Son las dos y diez minutos de la mañana. Sólo restan veinte minutos para que llegue el gran momento del año. Llevo esperándolo des de hace más de dos meses pero... ¡Ya está aquí! Por una noche, todos los ojos del mundo se centrarán en un mismo lugar y en una misma hora, incluidos los míos. Estoy a punto de ver la 81 edición de los Oscar, edición que viene marcada por unas pautas estrictas que exigen brevedad y serenidad a los premiados cuando suban al escenario.
Aunque este año hay un par de cosas demasiado previsibles, que sin querer le quitan emoción a la noche. La primera es que Heath Ledger se va a llevar el Oscar al mejor actor de reparto. La seguna, que en la misma categoría femenina la estatuilla va a ir a parar en brazos de nuestra Penélope. No obstante, esto no quiere decir que no se lo merezcan. Al contrario, pienso que son dos grandes actores que se han ganado éste reconociemiento a pulso.
Aunque este año hay un par de cosas demasiado previsibles, que sin querer le quitan emoción a la noche. La primera es que Heath Ledger se va a llevar el Oscar al mejor actor de reparto. La seguna, que en la misma categoría femenina la estatuilla va a ir a parar en brazos de nuestra Penélope. No obstante, esto no quiere decir que no se lo merezcan. Al contrario, pienso que son dos grandes actores que se han ganado éste reconociemiento a pulso.
¿Que os voy a decir de Penélope Cruz que ya no se haya dicho? Es una actriz extraordinaria que -todo hay de decirlo- ha ido aprendiendo a actuar con el tiempo, y gracias a sus múltiples papeles rodeada de grandes directores y actores, hasta llegar a ser una de las mejores intérpretes de todo el mundo. Lleva ya tiempo esperando un reconocimiento como éste, y hoy va a ser su gran día. De hecho, toda la prensa española se ha volcado en ella, en su vida, en su carrera, y no se hace más que hablar de ella.
Ayer mismo en el Magazine de La Vanguardia se publicó el reportaje que la famosa fotógrafa Annie Leibovitz le hizo a la española para Vogue. En él nos encontramos a una Penélope Cruz rodeada de otros destacados personajes de su mundo: el director Pedro Almodóvar; las actrices Leonor Watling, Rossy de Palma, Bibiana Fernández y Mónica Cruz (hermana de Penélope) y el canator Diego el Cigala. Pero hay una fotografía extraordinaria que me ha llamado mucho la atención. En ella sale la actriz vestida con un voluptuoso traje azul, cogiendo una rosa mientras se recuesta encima de una mesa y mira fijamente a la cámara, desafiante. En la otra esquina de la habitación y sentado en un sofá aparece el torero Cayetano Rivera, con la mirada perdida en el infinito y los brazos en jarra. Como he dicho, una imagen espectacular que recrea la España decimonónica y que nos lleva a la mente, casi sin querer, la historia de la famosísima gitana Carmen.
Ayer mismo en el Magazine de La Vanguardia se publicó el reportaje que la famosa fotógrafa Annie Leibovitz le hizo a la española para Vogue. En él nos encontramos a una Penélope Cruz rodeada de otros destacados personajes de su mundo: el director Pedro Almodóvar; las actrices Leonor Watling, Rossy de Palma, Bibiana Fernández y Mónica Cruz (hermana de Penélope) y el canator Diego el Cigala. Pero hay una fotografía extraordinaria que me ha llamado mucho la atención. En ella sale la actriz vestida con un voluptuoso traje azul, cogiendo una rosa mientras se recuesta encima de una mesa y mira fijamente a la cámara, desafiante. En la otra esquina de la habitación y sentado en un sofá aparece el torero Cayetano Rivera, con la mirada perdida en el infinito y los brazos en jarra. Como he dicho, una imagen espectacular que recrea la España decimonónica y que nos lleva a la mente, casi sin querer, la historia de la famosísima gitana Carmen.
La creación de Carmen, la cigarrera gitana, mitad ángel mitad demonio y con una belleza tan ideal como lasciva, por parte de Prosper de Merimée, contribuyó sin duda a fijar la visión de los viajeros románticos que, tras las guerras napoleónicas, "redescubrieron" España. Publicada en forma de libro en 1847, la historia de José Navarro, un soldado ejemplar, serio y cumplidor que acaba convirtiéndose en desertor, bandolera y asesino a causa de la inexorable pasión que Carmen le insipra, expresa a la perfección la fatalidad del deseo amoroso y la pulsión autodesctructiva que conlleva. La temprana popularización de la obra a través de la ópera homónima de Georges Bizet y el hecho de que, posteriormente, se haya adaptado al cine en numerosas ocasiones, demuestra la pertenencia de Carmen al terreno del mito[1] .
De hecho, esta mañana en clase de Periodismo Cultural, el profesor José Maria Perceval nos ha hablado de ella como una leyenda que levantaba pasiones por donde pasaba. Pero que solo era eso, una historia ficticia basada en los tópicos españoles para recrear una extraordinaria historia de amor, celos y muerte. Y en relación a esto, al final de la clase nos ha hecho una pregunta que, en realidad, creo que no tiene una respuesta clara ni senzilla: ¿Cuándo creamos una estética en un producto cultural, podemos huir de los tópicos?
Como he dicho, una pregunta extremadamente difícil a la cual no sé si sabré responder. La verdad es que personalmente -y viéndome obligada a responder-, creo que no se puede huir de los tópicos. Y no porque no se quiera, sino porque los tenemos enraizados en nuestro interior y muchas veces no somos conscientes de ellos. Si los vemos en las películas o en las series de televisión y los detectamos, nos reímos. De hecho, esto nos pasa sobretodo cuándo vemos películas norteamericanas que, o bien intentan retratar España (y se lucen con los trajes flamencos, la guitarra española, las castañuelas y los toreros) o cuándo retratan sus típicas fiestas lascivas de universitarios.
En relación a esto, me viene a la cabeza una conversación que tuve la semana pasada con mi profesor de inglés. Por una serie de circunstancias, que ahora no vienen al caso, estábamos hablando una compañera y yo con él. Me pidió que le hablara sobre el Plan Universitario de Bolonia, porque conoce lo acontecido el semestre pasado en mi universidad. Y fuimos divagando hasta que nos dijo que él había hecho el proyecto de final de carrera en los Estados Unidos (aunque es de Gales). Y sin poderlo evitar, me vino a la cabeza la pregunta:
But the typical parties that we see in films like American Pie are truth or are they only an invention to make laugh?Oh no! They're truth. Really! When I went to California to make my final project I went to a party like this because I would to see if they were truth or not. And they were it! I saw the typical group of sport's men drinking a lot and the posh's girls talking like donkeys. And a guy carrying a barrel of beer too! It was amazing!
So are they ase ignoramus as they seem?
It's difficult to say if it's truth or not. But generally yes. They're only centred in their lives and their relationships.
It can be because they're so self-cented and always looking at United States like the best country of the world?
Exactly! They feel so proud of their country and they think that it's the best. So it's normal to see people who are asked for place in a map countries like Spain or Australia and they doesn't know where they are. In fact, there's a really good video in Youtube called American Stupids that shows it. It's so funny!
Fotogramas del vídeo American Stupid
Entonces, podemos afirmar que los tópicos nos envuelven y no podemos huir de ellos, aunque queramos. Algunas veces es por motivos culturales, otras por educación y otras porque son realmente una verdad. Y como es bien sabido, no se puede huir de la verdad aunque se empleen todos los esfuerzos en ello.
¿Que creen ustedes?
¿Que creen ustedes?
[1] http://www.lecturalia.com/libro/11136/carmen