
Hacia tiempo que estaba pensando en un exposición para poderla comentar. Una que fuera original, diferente y poco conocida . Pero no encontraba ninguna con estas características hasta que, una amiga que hacia mucho tiempo que no veía, me llamó. A parte de la ilusión que me hizo -tema que ahora no viene al caso- me sorprendió cuando me dijo que en su ciudad, Rubí, habían hecho una exposición sobre su proyecto de final de carrera. ¡Cuán grata noticia! No me podía creer que, no solo fuera ver a mi amiga, sino que además tenia una exposición.
Sé lo que estarán pensando "Mira que bien. Ha matado dos pájaros de un tiro". Pero no, no pensé en ello. Tenia muchas ganas de verla, a ella claro está así que no lo pensé. Supongo que ese dia se me alinearon los astros.
El hecho es que, dos semanas después, estaba en "Caixa Terrassa" dispuesta a ver lo que Núria (vamos a decir su nombre ya) había creado. La verdad es que entraba con muchos prejucios, pues la autora, como buena artista, me había dicho que no me hiciera ilusiones. Que era una exposición muy pequeña y bastante "cutre". Como comprenderán al final me lo había empezado a creer.
Bajé las escaleras de la entrada (un sitio muy oscuro) y me encontré en una sala llena de luz, colores, brillo. En los carteles del principio se explicaba el motivo de la exposición: el Carnaval. Pero no el carnaval que todos conocemos, sino una danza tradicional de Rubí que se baila por fiesta mayor. Además, un payaso cogiendo el respaldo de una silla me daba la bienvenida, y me invitaba a hacerme una fotografía para poderla colgar en el
blog que se ha hecho de la exposición.

Ésta estaba estructurada en tres partes (que se corresponden a tres visiones de tres autores distintos). En la primera sala dominaba el color rojo y su gamma, con trajes, dibujos, serpentinas y hasta dos butacas naranjas que estaban delante de un vídeo que se proyecta sin parar. Las otras dos salas eran más de lo mismo, aunque con distintos trajes, distintos dibujos y distintos vídeos. Los colores también diferentes. Esta vez, el lila (y sus tonalidades). Finalmente, la última sala estaba reservada para las creaciones personales de Núria. Me llamó la atención que fuera el lugar menos decorado. Esta vez el amarillo lo impregnaba todo y había serpentinas entre los cuadros de señores vestidos típicamente para la ocasión. En resumen, me pareció una exposición original y diferente a todo lo que había visto. Además, estaba impregnada del carácter de la autora; de alegría, simpatía, vivacidad y felicidad. Se respiraba aire carnavalesco en todos los rincones.
Cabe decir que estaba sola en toda la sala, así que pude fijarme en todo y sin interrupciones. Los carteles estaban al lado de cada objeto, identificándolo con letra legible des de lejos; las flechas en el suelo indicaban el recorrido de visita, las cortinas separaban las tres partes de la exposición... en fin, encontré que estaba bien organizado y que se conseguía comunicar lo que se pretendía.
Al terminar quise saber más, así que quedé con mi amiga para que solucionara alguna de mis dudas. Nos fuimos a tomar un café y le pregunté el por qué del tema, que la había llevado a hacer esa exposición en concreto. Núria me dijo que todo venia del verano, de cuando hizo de guía en la fiesta mayor. Se había integrado en el mundillo de la danza tradicional, y había hecho muy buenos amigos. Así que se inspiró y lo decidió. También me habló de la gran ayuda que había recibido de otros diseñadores, de organizadores y del ayuntamiento. La verdad es que se la veía feliz y contenta.
Al final le comenté que yo también había firmado en su libro de visitas, y me juró que leería lo que le había escrito. No sé si lo habrá hecho, aunque quiero que sepa que me encantó su trabajo, que creo que es una gran artista y que llegará lejos. ¿Qué queréis? Tenía que decirlo.