Situémonos. Estamos en Catalunya, más concretamente, en Port Lligat. Vemos un enorme salón, con una majestuosa chimenea quemando a todo trapo. Un señor de unos 40 años està dormido en el sofá que está justo delante, con un libro entreabierto y un bastón tirado en el suelo. De repente abre los ojos porque ha oido un sonido extraño. ¡Oh dios! Alguien le está robando uno de sus mejores cuadros, el que sale una joven morena de espaldas, con un vestido azul claro y mirando al mar a través de una ventana...
- Deténgase.
- Intente impedirmelo.
- ¿Pero qué está haciendo?
- Pues que no lo ve señor. Robándole.
- Si eso ya lo he visto. Pero ¿por qué?
- Porque usted tiene demasiado. Hay mucha gente que muere de hambre y usted vive enmedio de grandes riquezas, grandes obras de arte.
- Pero las obras son mías, las he hecho yo. Usted no tiene derecho a llevárselas.
- Si las ha hecho usted no sufra, puede hacer otras.
- No tengo porque. Ya las he hecho.
- ¿No se siente mal viendo tantas cosas cuándo hay tantísima gente que no tiene nada?
- Yo me lo he trabajado, me lo he ganado a pulso. Nadie, absolutamente nadie, me ha regalado nada.
- Si no le viene de unos cuadros más o unos menos.
- Eso lo juzgaré yo. Y ahore lárgese antes de que avise a la polícia. - Hágalo. Cuándo lleguen yo ya me habré ido.
- Por favor señor...
- Eso le digo yo. Déjeme que le de esto a los pobres. Ellos lo necesitan de verdad.
- A mi no me incumbe.
- Claro que si. ¿Le parece bién ver como está el mundo desde este sofá, con la única preocupación de arreglarse el bigote cada día?
- Sí.
- Pues no debería ser así. ¿Por dios que no lo ve?
- ¿Ver qué?
- La inutilidad de todo lo que hace, de todo lo que tiene. El poco sentido que tiene su vida.
- Vaiase ahora mismo. No se lo volveré a repetir. Déjeme en paz que yo con mi vida hago lo que quiero. No se meta usted en la de los demás y trabaje como todo el mundo. Si luego quiere dárselo todo a los pobres yo no le diré nada. Es fácil robar a los demás y luego dárselo a los necesitados. Como no es suyo, como no se lo ha trabajado, le da exactamente lo mismo. Aprenda a ganar dinero, y luego regálelo. Ya veremos si entonces se lo dá a los pobres... Es que la gente como usted me hace gracia. Haciendo caridad a costa de los demás.
- Oiga señor que lo que hago es noble.
- ¿Noble? ¿En qué mundo? ¿Noble robar a los demás? Es usted un cínico...
- Mire que yo...
- Yo, yo, yo... ¿yo qué? Haga el favor de ser honrado y vaiase.
- Está bién señor... Me voy. Aunque espero que reflexione sobre todo lo que le he dicho.
- Haga usted lo mismo. (...) - Espere un momento. Llevese éste cuadro. No me gusta, la verdad es que me da repelús. Pero por ser mío seguro que le pagan una fortuna. Véndalo, saque más dinero del que en realidad vale, y déselo a los pobres. Pero luego, busque un trabajo, ayude de verdad. Enseñe a los pobres a vivir y a trabajar. Como dijo un profesta "no les des el pescado, enséñales a pescar".
- Tiene usted razón... Gracias por todo de verdad. Creo que me ha cambiado la vida.
- Eso espero. Venga de aquí a tres o cuatro meses y volveremos a hablar. A ver ha conseguido cambiar las cosas realmente.
- Esté seguro de que lo haré.
- ¡Ah! Y no olvide traer a sus amigos. Será un placer conocerles.
- Así lo haré. Disculpe las molestias señor. De verdad que lo siento. Siga durmiendo que yo ya me voy.
- Buenas noches ladrón de los ricos.
- Lo mismo le digo.
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